jueves, septiembre 29, 2005

Horario de Yoga





Foto: Terraza de la YogaSala con el Museo Picasso detrás y la Alcazaba o Castillo Árabe al fondo.



Hola, amigos.

Os recordamos que en Octubre (Lunes, 3-10-05) comenzmos el horario habitual de Yoga.

HORARIO DE YOGA

Mañanas: A las 10 martes y jueves.

Tardes: A las 18'30 lunes y miércoles.

A las 19 martes y jueves

A las 20'30 lunes y miércoles.

Estas las sesiones son de una hora y media.

Además hay una sesión extra los viernes a las 18'30
que dura dos horas.

Como veis, las sesiones de la mañana comienzan de
nuevo a las 10.

Para más información, por favor, llamar al teléfono
658 19 09 05 ó escribir a esta dirección de correo-e:

yogamalaga@ (quita este antispam) yahoo.es

Hasta pronto,

Om, Chanti.


lunes, septiembre 26, 2005

Invocación de la Paz


Quiero colocar en este blog una de las cuatro
invocaciones que abren y cierran las sesiones de Yoga
en el Yoga Study Center. La transcribo transliterada
del original sánscrito más la traducción en
castellano.

Om Purnamadah Purnamidam
Purnat Purnamudachyate
Purnasya Purnamadaya
Purnamevavasisyate
Om Shantih Shantih Shantih

Aquello es el Todo, esto es el Todo,
porque el Todo
se manifiesta desde el Todo.
Cuando el Todo es negado
lo que queda es de nuevo el Todo.
Om Paz, Paz, Paz.

domingo, septiembre 18, 2005

Conversaciones de las almas

Toro, 18 sep. 05.

(El equipaje de bodega me lo despistaron en Londres.)
Llego andando con mi macutillo a la espalda y con el
The Times bajo el brazo. Una tarde fresca en el otoño
de Castilla. Las sombra de los árboles se agitan sobre
los muros de la casa en la Plaza de San Francisco. Al
cruzar la cancela me encontré con mis Ángeles y
Estrella. Así concluirá el viaje como empezó, como si
casi no hubiera sucedido, como si en vez de irme a los
Himalayas me hubiera quedado aquí al lado, en
Tordesillas, como si todo fuera un sueño acontecido
mientras dormitaba en el autobús recordando el mar de
nubes vistas desde arriba y viendo pasar entre sueños
verdaderos los trigales y viñedos del camino.

Al poner un punto y seguido en el relato de nuestros
días nos gusta hacer recuento y conclusión. Y llevo
tiempo considerando que para mí la India es caja de
resonancia de ideas o laboratorio de pensamientos, de
modo que lo que se diga de aquel subcontinente casi se
puede decir de la vida o del mundo todo, algo así:

Llegamos al mundo (a la India) muchos viajeros.
Algunos con un objetivo decidido otros procurando
decidir qué cosa hacer o dónde ir, otros quieren ver y
alcanzar diversiones o maravillas. Algunos elegimos
también el aprendizaje y la práctica del Yoga. Es algo
que fija nuestra mente y la salva de la confusión
añadida a la confusión en el caos de esta tierra.

Dicen los relatos maravillosos o metafísicos: llegan
al mundo las almas, o fuera del mundo en otra
dimensión y se encuentran unas con otras, se juntan,
se separan y a veces charlan entre ellas. Siempre me
pregunté: ¿de qué tienen que charlar tanto las almas
en este o en otros planos de la existencia? Pues de lo
siguiente:

El bramacharia Shanmuga y yo estuvimos hablando sobre
el precio de mi bicicleta en el patio de su ashram,
junto el templo, ante su guru: un viejecito
encantador, vestido de azafrán y con la piel oscura
pintada de blanco con sus símbolos religiosos. El
anciano swami me hablaba en tamil, sonreía y
parpadeaba tras los gruesos cristales de sus gafas.
Tras hablar de los milagros del milenario y mítico
Babaji en los Himalayas, llegamos a un acuerdo y mi
bicicleta servirá en adelante a los propósitos del
templo: traer y llevar bramacharias y swamis.

Vasco es un técnico informático destacado por la IBM
en las urbanizaciones opulentas de Delhi. Ha vivido en
numerosos países, ciudadano del mundo como sólo un
portugués puede serlo. En el vientre de un enorme
pájaro de acero, atravesando el cielo de medio mundo,
me cuenta que se va con su mujer bielorrusa a pasar su
tiempo libre en la paz de los templos más hermosos de
Delhi, de no importa qué credo. Allí se sientan en
silencio. Me cuenta que es maravilloso observar como
afloran a sus mentes sentimientos e ideas que hasta
entonces ni siquiera sabían que estaban de algún modo
en sus adentros. Dice que luego en casa se cuentan sus
experiencias. Me fascinan estos meditadores
espontáneos.

Y luego, tras hacer el transfer en Londres, el Dr.
Abass, médico jordano, me cuenta sobrevolando el Canal
de la Mancha que no hay evidencia científica del
beneficio que para la salud pueda tener otros
procedimientos que no sean los de la medicina
alopática. Sin mencionarle lo interesadas que puedan
ser las supuestas evidencias de esa ciencia, sobre
todo porque las investigaciones mayormente están
financiadas según intereses de grandes compañías, le
digo la poca evidencia científica que hay acerca de la
evidencia científica misma, como ya se encargaron de
demostrar una fila entera de epistemólogos, desde
Popper hasta Feyerabend, pasando por Kuhn. Al final,
la certeza científica ha decaido en una suerte de
estadística más o menos fundada.

Swami-ji había dicho que el Yoga no es para
intelectuales, pero amando la contradicción, al día
siguiente habla también sobre la epistemología. Esto
fue en una charla en la terraza del Yoga Study Center
sobre el Ganges. Dice que la epistemología o ciencia
del conocimiento consiste en "to know how to be can be
to become". Pues que no se puede traducir y dejo para
quien sepa su poquito de inglés y quiera entretenerse
con estas filosofías.

Finalizado el curso de quince días Swami Rudradev se
va con algunos alumnos a caminar por los bosques y los
altos nevados de los Himalayas.

Gracias, amigos, por haberme acompañado en este
trecho. El diecinueve de septiembre estaremos en la
YogaSala de Málaga a las 20'30 para recomenzar la
práctica del Yoga. Para más información al principio
arriba o al final abajo de este blog. Por favor, para
preguntas, noticias o comentarios, contactad
por corre electrónico, teléfono o en nuestra dirección
que aparecen en la cabecera..

Om Chanti.


martes, septiembre 13, 2005

Fiestas a la india


Rishikesh, 10-9-05

Llegan los peregrinos por decenas o centerares llenando el ashram de bullicio, autobuses y, en fin, humanidad. También cae un estruendoso aguacero en la madrugada. Un religioso maraj con las barbas y el cabello blanco, que recién concluye sus salmodias al dios Ganesh situado bajo el baniano, comparte conmigo su café, café que llegó con los peregrinos de Tamil Nadu. Me habla en el idioma suyo, el que sea, y un señor se acerca a traducírmelo en hindi. En estos casos me lanzo a hablarles en español directo.

También llegaron con los yatras (peregrinos) cinco o seis cocineros con sus fogones de quita y pon, sus perolas, sus avíos de cocina y, creo, hasta la compra hecha. Establecen en el porche su cocina de campaña. Es día de Prashad (donación), en honor de Ganesh o por el motivo que sea. Hoy tenemos además decenas de santos invitados. Uno de ellos vivie en el ashram mismo. Es un anciano alto y misterioso vestido con lungi (pareo) naranja con barbas etrecanas y los ojos muy grandes y algo tristoños. Nunca abre la boca ni aún para saludar con el sempiterno "hari om" de los religiosos. Sin embargo, cuando llego apurado pedaleando al ashram, me pregunta la hora. Se la digo y me responde: "too late". Sí señor, aquí los asuntos del almuerzo se los toman en serio.

Hubiera dicho que la comida del ashram es frugal, pero como las fiestas se suceden y los yatras nos obsequian, pues siempre anda uno con la barriga razonablemente llena.

El otro día en el "bandharan" (convite) de swami-ji, a decir de él mismo, el plato fuerte fué la exhibición de yogasanas. También hubo elocuentes discursos delos grandes swamis. Estaban santos con sus aderezos coloridos de naranja y de sus trenzas rastas, sus moños o cabezas rapadas.
No es que la India sea hippy, sino que los hippies mimetizaron de la India esa estética de desenfado y fantasía, como esos peñones en el lecho del Ganges, que los devotos decoran con motivos que llamaríamos psiquedélicos.

Igual que las diversiones indias son patéticas cuando imitan el Occidente del wiskie y el tabacazo, las fiestas propiamente indias, sobre todo las religiosas, resultan exhilarantes. El fuego de la puja (ritual) que se eleva sobre las cabezas, el canto viril y ronco del coro de muchachos, las girnaldas de caléndulas y la lluvia de pétalos de rosa, el hisopo enérico y el elevarse de todas las manos al final en busca del humo sagrado y perfumado o arriba hacia lo alto en un grito, todo es de un "spirit" que para sí quisieran los conciertos de rock.

Aquí se come con el mudra de la mano, sin cubiertos, sobre platos de hojas. Y luego, concluída la cena, me uno con mi bicileta a un pelotón de mahatmas (grandes espíritus) vestidos de naranja.

La India te invita y te convida (con-vida). Es un eco, una resonancia mayor de lo que encontramos en nuestras vidas de diario, al otro lado del aeropuerto, (viaje mágico). No sé si terapia o purgatorio en el mundo-otro.
Después de acercarme a los baños del Ganges, regreso al ashram pedaleando en mitad de la lluvia cálida del monzón, de un templo cercano se me engancha en la memoria una letanía del dios Rama o del dios Shiva. Vengo cantando todo el camino. No todos los días son así, pero hoy es día de entusiasmo. Se me acerca en el ashram un joven tamil que me pregunta si me he bañado en el sagrado río. Y, de una manera parecida a como me hablaron una vez en Brasil, me dice que tengo un buen karma (mérito o destino). Todavía hay, viajeros recientes, quien me pregunta por qué me gusta la India.

Foto: Musicos en el 16º Aniversario del Yoga Study Center

lunes, septiembre 12, 2005

El Filo de la Navaja


Rishikesh, 7-9-2005

Escribo desde el tranquilo restaurante de los Hare Krishna. Rodeado de indios, me vengo aquí a solas con el cuaderno. Dicen que quien escribe no vivie, pero lo mismo si no más se puede decir de la cámara fotográfica. A veces la dejo en el armario sólo para gozar y no perderme las miles o millones de fotos posibles de la India: el variopinto paisaje humano, los monos robándole las ofrendas de azucarillos a los peregrinos o un swami susurrándole secretos a una vaca sagrada en la oreja.

Ayer venía por el puente colgante de Laxman después de darme una ducha espiritual en una cascada de los Himalayas, y un lugareño paró su moto junto a mí. Me resultaba conocido pero no lograba identificarle con las gafas de sol. Cuando se las quitó me vino al recuerdo de inmediato aquel delgado bramacharia vestido de blanco que se pasaba todo el día recitando japa (letanía hinuístas de rosario). Ahora lo veía convertido en un hombre de negocios, amable, eso sí, como siempre. Me dijo que había estado dedicado a la exportación de productos ayurvédicos, pero que aún practicaba Yoga cada día.

Ram fué uno de tantos casos de vidas cortadas por el filo de la navaja. Recordaréis quizá la película basada en una novela de Somerset Maugham, protagonizada por Tyrone Power. Se trata de un joven estadounidense regresado de la primera guerra mundial, que se niega a recomenzar una vida normal. Sus amigos le recomiendan que encuentre un trabajo y que se case con una bella muchacha que le hace ojos y que le recomienda la misma cosa. Pero él se niega porque va buscando no sé qué, no se sabe dónde. Tras una breve estancia en París viaja a la India, a los Himalayas, donde ingresa en un templo de las montañas donde es instruido por un maestro espiritual. El maestro y el templo parecen poco indios, pues son sencillos, desprovistos por completo del jolgorio religioso de por aquí, de mantras, cimbales, tambores y dioses abigarrados. La India es bastante hippy y el templo de Tyrone Power es más bien de estética Zen, o a lo más Vipassana. Por consejo de su maestro, remonta nuestro héroe espiritual todavía más alto por las cordilleras donde, dentro de una cueva, alcanza en éxtasis la comprensión de no sabemos qué. A instancias del maestro regresa a Occidente, en concreto a París, donde tras algunas peripecias desaparece para, realizando trabajos humildes, ayudar a las personas, no sabemos cómo.

Acertó el novelista al describir un tipo humano que sin duda ha existido siempre, pero mayormente en la India contemporánea: miles de personas vienen a la India buscando no se sabe qué, no se sabe cómo, abandonando o siendo abandonado por su vida hasta entonces. Pululan, deambulan de un lado para otro en esa eterna búsqueda de ese no menos inconcreto enigma. Y no sólo occidentales autoexilados, hasta refugiados, diría yo, en tierras del espíritu, pero también lugareños como Ram, que escapó hace tiempo de una vida entera para medio morir de hambre mística y de inanición física en alguna cueva de los Himalayas, para luego reencontrarse a sí mismo al cabo de los años sobre una motocicleta, gafas de sol y ropa de paisano.

Sobre el puente cruzan los peregrinos y algunos sadus (renunciantes). Bajo el puente rema un equipo de jóvenes dinámicos sobre una embarcación neumática, y baja una barcaza donde bolliwood (la industria cinemátografica local) rueda el enésimo melodrama sobre una bella joven desdichada a causa de su pérfida suegra.

viernes, septiembre 09, 2005

Filosofemas de Swami-ji

Foto: Swami-ji en la exhibición del 16º aniversario del Yoga Study Center

Rishikesh, 5-9-05

Es difícil transcribir una clase de Rudradev. Recuerdo que Agni trataba de hacerolo consultándonos a unos cuantos alumnos. Era una tarea nada fácil, y eso contando con que Agni dominaba los tres idiomas en que suele expresarse Rudra: inglés, hindi y sánscrito.

Algún día, por si a alguien le interesa, procuraré transcribir simplemente la secuencia de asanas que explica. Entre tanto, ahí van alguno de sus apotegmas.

SOBRE SIVA Y LA VERDAD
"Muchas personas adoran y rezan a Siva como si fuera un dios. Pero Siva no es un dios. Siva es simplemente la verdad. Como se le reza a Siva es siendo verdaderos."

SOBRE DIOS Y EL DESARROLLO PERSONAL
"¿Qué es Dios?" Nos pregunta. Y, como podéis suponer no hay nadie que se atreva a responder.
"Dios es el crecimiento, el desarrollo silencioso e invisible. Si puede verse, entonces no es Dios. Dios no puede verse".
Ahí queda eso.

SOBRE LA ENEMISTAD Y LA ENERGÍA
"La enemistad es como una brecha abierta en una tubería, por donde se escapa toda el agua. Por la enemistad se escapa toda la energía de una persona. Pero los enemigos exteriores no son de temer. De esos no debemos preocuparnos. Los peores enemigos son los enemigos interiores. Esos son la brecha por donde se escapa nuestra energía."

Y no penséis que filosofa de diván, sino que lo hace entre la realización de una y otra difíciles asanas, de una forma desenvuelta y jovial con bromas de por medio.


jueves, septiembre 08, 2005

Nacer lejos de casa

Foto: Templo del Ashram junto al Ganges. Al otro lado del río, entre la arboleda, apenas se entrevee el ashram de los Beatles en Rishikesh. Al fondo, las estribaciones de los Himalayas.

Rishikesh 3-9-05

Comienzo a escribir estas notas en las azoteas del ashram desde donde se pierde la mirada en la llanura del ganges por un lado y por el otro se elevan abruptos los Himalayas.

Anoche y aún hoy persiste el monzón en forma de aguaceros. Por lo demás, hace bochorno. Hoy me compré en el bazaar un pedazo de hierro con dos ruedas que podríamos llamar bicicleta.

Me recorrí con mi "Hero" la ciudad de punta a punta a lo largo del Ganges, resolviendo mis cosas. Tanto a la ida como a la venida hice alto en el templo de los Hare Krishna a beberme un zumo de naranja indostánica recién exprimida. Saludo al devoto dependiente con un "Hare Krishna" y él me responde con un "Hare Rama", que es como el "Ave María purísima" pero en versión "Hare". En mitad del jolgorio religios de la India en general y de Rishikesh en particular, los Krishna boys parecen ponderados y discretos. He de visitar su templo, pero sobre todo su restaurante, de cuya cocina tengo buenas noticias.

Por la tarde, mientras recojo agua de un purificador en el ashram conozco a Asis, un joven bramacharia (estudiante religioso célibe), que me lleva a presentarme a Manisa, una bramacharini. Porque luego te cuenta en inglés que fué bailaora flamenco durante años en España y que nació en Buenos Aires, de otro modo jamás hubieras sabido que no era india. Ahora se la ve muy a su sabor en su nueva vida vedántica, acicalada a lo inidio. Me recordó el caso del canadiense Agni. Parecen personas que, por algún motivo, nacieron lejos de casa y ahora les toca volver a su patria espiritual, en vuelo de avión, en tren luego hasta las montañas, como sea.

De la charla con Asis surge la noticia de un amigo común: Swami Darmanishta. De nuevo la realidad venciendo a la probabilidad. Los que siguieran mis crónicas de hace tres años, quizá recuerden al swami que me salvó de una serpiente, que vivía en el cajón de mi escritorio en Karnataka. Entonces era el profesor de Yoga en la Vedanta Forest School, que fundara Sivananda. Ahora ha venido a Rishikesh en una breve visita. Procuraré reencontrame con él, si es que está de nuestro Karma. En la India se acentúa un rasgo notable de nuestra relación con la realidad: Con frecuencia lo que queremos no acontece. Lo impensado, y hasta lo improbable, sucede.

lunes, septiembre 05, 2005

Todo cambia


Rishikesh, 2-9-05


Hoy me atravesé el Ganges en una barquichuela de a cinco rupias el pasaje. Luce anchuroso el río sagrado con la crecida del monzón. Los peregrinos devotos arrojan por la borda azucarillos a su río-dios, o a los peces que se los comieran. Viajé en barco en vez de atravesar el puente colgante porque iba cargado con cinco kilos de libros de Yoga que enviar desde la estafeta del Swargashram, el ashram donde estudió Yoga Mircea Elíade a principios del siglo XX, bajo la tutela del propio Sivananda. Al cabo del tiempo, Mircea Eliade decía que no merecía la pena volver a su antiguo ermitorio donde había ya hasta una estafeta. Hoy, sin embargo, esta estafeta parece tan antigua y tan romántica, sobre todo si la comparamos con lo que vino después. El año pasado, sin ir más lejos, mocharon un árbol centenario para construir un aparcamiento para taxis en el Ram Jula. Y fuera del Dayananda Ashram hay hasta una estación de richshaw, y dentro un locutorio telefónico. Que le entra a uno la voluntad de remontarse en esas cordilleras himaláyicas que cierran el paisaje hacia el norte. Así que menuda preocupación es la estafeta, que por otra parte, bajo los árboles y un soportal por dentro, sin luz eléctrica, semeja los claroscuros de los cuadros flamencos, donde los operarios morosamente te pesan los libros en una romana y te los envuelven en tela de saco.

Entre tanto, te da tiempo a comerte un arroz con chapati (torta de pan recien hecho) en una daba (chiringo). En esta ciudad, todos los restaurantes emplazados a orillas del Ganges se orientan hacia la calle interior, sin ventanas siquiera hacia el río. Y el único restaurante con vistas, el Amrita, es un local para turistas, está casi siempre vacío, por eso me llego a escribir aquí tranquilamente estas notas.


Foto: Eliade en la India


domingo, septiembre 04, 2005

Reencuentros y coincidencias

Rishikesh, 1-0-05.

Concepción Ruiz ha recorrido varias veces la India con su compañero Ignacio en busca de los mejores profesores de Yoga. Me dice que visitando un anacoreta de los Himalayas, de donde recién regresa, les pasó un vídeo de Yoga donde aparezco practicando Yoga con Rudra.

Abundan las coincidencias de este género en la India donde los indianos de adopción formamos casi cofradía y nos encontramos donde menos se lo espera uno o nos desencontramos apenas de chiripa. A Jorge Pardo me lo encontré por coincidencia kármica o incluso dármica en un restaurante de Varanasi. Y luego encontrarnos de nuevo en la India no ha sido fácil. Estaba transicribiendo estas notas cuando recibí correo suyo diciéndome que estaba en el Mandir de la Ramakrishna Fundation, que con su jardín y su biblioteca conforma un oasis de calma en mitad de bullicio del bazaar. Estuvimos sobre las alfombras del templo meditando un rato en silencio. Luego nos fuimos a tomarnos un chai (té azucarado con leche) en una daba (tenderete) del bazaar. Ya se me hacía tarde para tomar el tren así que atrochamos por los callejones laterales del Pahar Ganj. Callejuelas oscuras donde las gentes se habían sacado sus bastidores para dormir sobre ellos o directamente sobre el suelo, entre perros, motocicletas y vacas.

En el Rickshaw que tomamos desde la estación de la nueva a la vieja Delhi vemos y comentamos las estampas que no cesan en las calles de la India. Es difícil describir el viaje y más difícil describir las sensaciones: es como un aguacero de luz que se cuela por las azoteas o te cae de pleno a la intemperie empapándote por completo.

Me decía mi compadre Claudio, el arquitecto, que si no se encuentra la felicidad en Occidente tampoco se podrá encontrar en la India. Me gustaría ser un poco filosófico y darle la razón, diciendo que la búsqueda y el encuentro es interior, que Dios está en todo lugar del mismo modo. Sin embargo, la experiencia propia y ajena demuestra que hay lugares donde el ser humano vibra con más energía (no vayamos a llamarlo felicidad, si no se quiere). Para citar nombres: India y Brasil, desde donde me escribe Ramón anunciando un fructífero viaje. Aunque a orillas del Tiétar o del Duero, o en la YogaSala de nuestra Málaga también se está tan ricamente.


sábado, septiembre 03, 2005

Inia-Terapia

Delhi, 31-8-05

Qué calma, pese a todo, caminar entre personas y vacas. Pero ni las vacas son tan sagradas ni las personas tan profanas.
La India no es así un sitio donde calmar los frágiles nervios de Occidente, pero sí, tal vez, simplemente templarlos.
Después de sudar la gota gorda del monzón o la seca, papar moscas si abres la boca o la llevas abierta de asombro, pelearte con touts y conductores de autorickshaw, llega el momento de la inflexión hacia la calma. Me ocurrió a poco de llegar por vez primera a la India, directo a un retiro de meditación en los Himalayas, después de lo cual salí de las ascuas o el desasosiego respecto a la pérdida del dinero o el pasaporte. Y no es asunto baladí. Me contaba Jorge Pardo que andando por las calles de Delhi alguien le tocó en la espalda, sólo para avisarle de que se le acababa de caer la cartera con todo. Un todo que significa dinero, tarjetas de crédito y pasaporte. Contaba Lanza del Vasto en la crónica de su viaje a la India en tiempos de Gandi, que iba con un bramán medio chiflado que le llevaba ese todo de documentos y dinero. El bramán jugaba con ellos lanzando el paquete por lo alto para luego recogerlo. El italiano le advirtió que no jugara con ellos pues de ellos dependía su vida. El indio lo lanzaba aún más alto riendo ante tamaña majadería, hasta que se le cayeron en un pozo perdiéndolos definitivamente. Y Lanza del Vasto sobrevivió al evento.
Pues sí, llega el momento en que uno se relaja y se espatarra en el jeep o el autobús descuidado de sus cosas. Pero confío en no confiarme demasiado al respecto. Dichosos papelitos. Sobreviviríamos sin duda a su pérdida, pero vaya lata, ir a la embajada y todo eso.
O también sucede que te maravillas cuando ves a los pobres sonriendo o riendo en mitad de su carencia.
La especie humana ha evolucionado en el norte de la India. Ahora se trata mayormente de un especimen pequeño, delgado y flexible. Necesita poco para sobrevivir, por supuesto no necesita tarta con nata ni batido de fresa. Te puede suceder a ti mismo o a cualquiera. He visto llegar a suizos o canadienses, rubios y orondos que al cabo del tiempo hablan hindi, son magros y morenos y hasta pueden hacer de colie-porter o conducir rickshaw.
En fin me preguntarán si es este gran caos (que funciona, como decía Galbraith) el lugar donde nació el Yoga. Hace 6000 años, pero precisamente aquí, tierra de contrastes.