domingo, noviembre 27, 2005

Angulimala o el Perdón


Comencé a leer con mucho interés el libro de Satish Kumar “El Buda y el Terrorista”, (Edicionesi, Aldaia, 2004), pues esta historia siempre me resultó inspiradora: el más cruel de los hombres está a punto de convertirse en un santo. Ejemplo de lo difícil que resulta decidir o juzgar en que punto de “"evolución espiritual”" (si es que existe tal cosa) se encuentra cada cual.

Diré primero lo que me chocó del libro y luego lo que me dio que pensar.

El tono general del relato se me antojó demasiado discursivo. En ocasiones los diálogos entre los personajes semeja un mosaico o encolado de doctrinas o escritos budistas. Sobre todo, el motivo central de la peripecia, el encuentro entre el Buda y Angulimala (al que alude el título) parece más un debate ideológico o un análisis psicológico. Desde que supe de esta historia o leyenda por vez primera (en una “sheshin” o retiro de meditación con Rafu) me lo había figurado mejor como una danza.

Anguli-mala recibe ese nombre porque porta el “"mala"” o collar de los dedos (anguli) de sus víctimas. Se encuentra al Buda en una emboscadura y quiere matarlo. Se abalanza hacia él con su espada y el Buda huye. Se interpelan. Y, cuando Angulimala quiere huir, el Buda lo persigue. De nuevo Angulimala, enfurecido, vuelve a atacarle pero no logra alcanzarle. Quiere de nuevo escapar del Buda, pero no puede. Angulimala aun estando quieto no para de moverse. El Buda aun moviéndose está quieto.

Esta danza es una metáfora de nuestra relación con la Sabiduría. Procuramos buscarla sin poder todavía alcanzarla. Tampoco podemos zafarnos de ella.

A propósito de este encuentro también me llamó la atención que, siendo el Buda quien era, todavía estaba dentro de su karma o destino el ser objeto de tan malas intenciones, como ocurría también con Devadata.

Me pareció interesante del libro de Satish Kumar la parte final relativa al perdón. Angulimala abandona su pasado de horror pero debe afrontar antes las consecuencias de sus actos. Ha hecho tanto mal que no puede retribuirlo. Pide perdón y tras un debate es perdonado por los familiares de sus víctimas. El pueblo entero asume la retribución, aunque sea meramente económica, de los crímenes. Angulimala había cometido sus fechorías movido por el afán de venganza, pero en algún punto tiene que acabar el ciclo de los rencores.

Lo interesante es que la conversión de Angulimala, su petición pública de perdón, da a la ciudadanía agraviada la oportunidad de perdonar. Se puede perdonar a alguien que, arrepentido, pide disculpas, pero ¿se puede perdonar a quien persiste en sus fechorías? Puede que podamos perdonar en un acto íntimo y personal. La petición pública de perdón por parte de Angulimala aupó al perdón otorgado por sus víctimas al rango de la celebración de un ritual, toda una catarsis o purificación colectiva. Todos grandes gestos. El perdón es la cura para el rencor, no la venganza que es estopa añadida al fuego.

Al cesar en su violencia, Angulimala también ha perdonado. Me recordó la historia de Phoolan Devi, que también cambió las armas por el Dharma. ¿Conoció ella acaso y se sintió inspirada por la historia de Angulimala?

Ojalá que la humanidad entera (es decir, cada cual en su vida) pueda seguir este ejemplo hacia la Paz.

+información en:
http://www.edicionesi.com

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