jueves, mayo 24, 2012

Diario de búsqueda. Capítulo 7: ¡Vuela alto, Stanley,sé libre!




Yo no sé mucho a cerca del karma, pero sé que en sánscrito significa acción, y creo que cuando dicen que no podemos sustraernos a la Ley del Karma quieren decir que es imposible no hacer nada, es imposible dejar de estar haciendo algo en todo momento. Si quieren decir esto, creo que le han dado en el clavo. Desde sentarnos inmóviles a escalar montañas, jugando a la petanca u holgazaneando, siempre estamos haciendo algo. Sin embargo, cuando oigo hablar del karma, del "mal karma" o "buen karma", creo que se refieren más a los resultados o las consecuencias de las acciones que a las acciones mismas, e incluso creo que se habla de karma como destino, como un sistema de justicia divina en el que pagamos por nuestras malas acciones, ya sean las de esta vida o de las pretéritas, y a esto se le llama mal karma, o somos recompensados por nuestros buenos actos y se le llama buen karma. Estos son los mismos conceptos del pecado y la virtud cristianos, sólo que ya no se lleva hablar de pecados y virtudes, es más cool hablar de karma. A mí en realidad me la refanfinflan ambos conceptos, el pecado y el karma así entendidos, me parecen demasiado simplistas y moralistas. Vivimos apegados a los resultados y las consecuencias de nuestras acciones, y todo lo hacemos con algún interés, o de manera compulsiva en inconsciente, pero rara vez reparamos en la acción en sí misma, en la belleza que supone estar presente en cada momento, poniendo presencia y calidad en cada gesto sin importarnos el resultado. Creo precisamente que en esto consiste nuestra libertad. Podemos seguir creyendo que elegimos hacer lo que hacemos, cuando en realidad estamos movidos por nuestra memoria, nuestros condicionamientos, nuestras expectativas y nuestros juicios, pero la única libertad posible es conectar con el presente, con la respiración, con las sensaciones en el cuerpo, con nuestro núcleo vacío, centrarnos en ese vacío, sin miedo, ni dudas, ni expectativas, y dejar que se genere un movimiento espontáneo y creativo, el de la vida expresándose a través de nosotros.
Yo no soy ningún experto en esto, aunque trabajo concienzudamente en estar presente y en generar acciones frescas y creativas, pero no se necesita ser un sabio para comprender la verdad que hay en esto, y está en la mano de cualquiera experimentar por unos instantes la dicha de estar presente, de retornar a nosotros mismos con la facilidad de una inhalación lenta, profunda y consciente, con la dulzura de una exhalación acompañada de una sonrisa, o un guiño, a la claridad que sólo puede darse y recibirse en el aquí y el ahora. Cualquier acción emprendida desde este lugar y este momento, dispone de frescura, espontaneidad y creatividad. Cualquier decisión debería ser tomada desde este centramiento, cualquier palabra dicha desde aquí, cualquier gesto, cualquier acción puede ser libre si estamos en sintonía con el momento presente.
Todo esto es fácil de vivenciar, todo el mundo puede hacerlo si realmente se lo propone, ser consciente de una inhalación y de una exhalación, y comprender que la respiración es un puente con la fuente, con la corriente de la vida. Lo difícil es hacer esto en todo momento, en medio del dolor, de la angustia, de la escasez, de la violencia, de la rabia. Es fácil hacerlo en la sala de meditación, o en clase de yoga, o paseando por la orilla de la playa, pero luego siempre volvemos a nuestro drama, a las palabras malsonantes, los gritos, la soledad, el vacío. Es difícil estar presente en medio de tanto dolor, en medio de la desesperación, es muy difícil mantener la ecuanimidad y la calma en medio de la crisis personal, observar el dolor sin nombrarlo, vivir la emoción dolorosa sin nombrarla, sin decir tengo miedo, o rabia, o celos, simplemente sentirla, sentirla en la carne, en los huesos, y dejar que nos traspase, nos abrase y se consuma. En medio del placer es muy sencillo estar presentes, no hay condenas, ni juicios, ni expectativas, pero termina bien pronto, cuando se introduce el deseo de "más", de que no que acabe nunca y ya estamos fuera del placer, y de vuelta a la angustia, el apego, el desgarro. Es también muy difícil dejar que el placer nos traspase y se consuma sin apegarnos a él.
Yo apelo a la sabiduría que permite ir más allá, a la inteligencia que reside en cada una de mis células, a la fuente eterna de la que todo nace y en la que todo se sumerge de vuelta, y la venero en cada aliento que soy capaz de dar sin huir, y en cada sonrisa que puedo entregar sin pedir nada a cambio, en cada segundo que me permito estar tranquilo y despreocupado como un perro deslomado sobre la arena caliente, la brisa fresca, el sol penetrante, las olas yendo y viniendo, la respiración yendo y viniendo, como el día y la noche, como el dolor y el placer, como la alegría profunda y la tristeza insondable. Yo quiero ser libre, amo ser libre, poder elegir siempre este momento, con lo que traiga, con lo que venga, y que se vaya a cada instante para venir nuevo y fresco y puro, a cada instante libre y nuevo.


GRACIAS



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