miércoles, junio 11, 2014

Destino, Voluntades y Cuatro Prácticas para Recuperar el Poder.



¿Qué está en nuestras manos hacer? ¿Sobre qué tenemos control en esta vida? ¿Podemos llegar a ser, hacer y tener cualquier cosa que se nos cruce por la cabeza, o o hay algún límite, algo por encima de nuestras siempre cambiantes expectativas, deseos y sueños? ¿No es acaso legítimo querer cambiar las cosas que percibimos como negativas, querer mejorar, sentirnos mejor, sanos, prósperos, felices y hermosas? ¿Existe aquello que llaman destino, como un decretazo irrevocable que te comes con patatas sí o sí te pongas como te pongas, o está en nosotros el cambiar la realidad, crearla, moldearla a voluntad? ¿Será más bien una polaridad más, destino-voluntad, extremos de una misma cosa que aún está por equilibrarse a sí misma, o esperando encontrar el equilibrio en nuestros baqueteados corazones? Ojo que son cuestiones antiguas y bien filosafadas y requetepensadas desde antiguo y que aún nos seguimos planteando con más o menos comprensión y acierto. Dependiendo de por dónde se mire y con qué ánimo unas veces nos percibimos como los reyes/reinas del universo, creadores de nuestra realidad, dueños y amos de nuestro destino(sobre todo cuando juzgamos que las cosas nos van bien) y otras veces nos contemplamos como marionetas, a la deriva, llevados y traídos por los acontecimientos, vapuleados y mangoneados por la fatalidad (esto es , con frecuencia, cuando consideramos que las cosas nos van mal). 



Personalmente, os cuento que ya probé casi todo. Intenté, no pocas veces, con la Ley de Atracción, visualizarme la vida perfecta, olerla, sentirla, crear la emoción en mi corazón como si ya existiese, el agradecimiento de antemano y todo la retaila que le sigue. Os juro que lo intenté con toda mi alma, mi deseo de cambiar la realidad era tan fuerte. Atraer las cosas que no están en mi vida, no en la forma o cantidad que  yo quiero, claro, o que desaparezcan las cosas que creo no necesitar, que repudio o detesto. Y nada. Luego llega el típico listillo arguyendo que no lo deseaste lo suficiente, con la suficiente intensidad o durante todo el tiempo necesario, y me percibí a mi mismo como un brote de semilla defectuosa que jamás rompería la tierra sobre su cabeza para ver la luz del sol. Impotencia, rabia, y desamparo. La triste perspectiva en la que vive gran parte de esta bendita humanidad hoy día, y desde tiempo ha. 

También me fui, cómo no, al extremo opuesto, a convertirme en una especie de vegetal contemplativo, identificado con el "no hacer", el pensamiento advaita de la no dualidad, y con todo aquello que me librara de la responsabilidad que implica estar vivo. Tampoco funcionó, mi cabeza seguía estando llena de juicios, deseos, aversiones, y la realidad me imponía un algunas cosas de las que hacerme caso, entre ellas una criatura recién nacida y todo lo que trae bajo el brazo que no es sólo un pan.



Después de algún tiempo voy percibiendo donde está mi poder, las cosas que realmente puedo controlar. Hasta donde veo ahora, no son muchas, la verdad, pero si son radicalmente transformadoras cuando te haces cargo de ellas. Un ejemplo: Tengo control sobre todo aquello que entra y sale de mi boca. Suelen salir palabras, en ocasiones, sapos y culebras, y suele entrar comida y bebida, aunque debo reconocer que muchas otras cosas han entrado por este y otros orificios, con sus penas y glorias, con todo su veneno y su euforia, y que todas llegaron a mis queridas células y no poco trabajito me ha costado luego limpiar el residuo. Este poder, este control, cuidar nuestra alimentación y nuestro verbo, no resulta muy atractivo. Sin duda, es mucho más resultón manifestar un yate en Puerto Banús o un millón de euros, que dejar de fumar o de insultar, criticar y/o despotricar, pero hay mucho poder y transformación en dejar fumar, en cuidar la alimentación y en ser más amable, menos enjuciador y criticón. 




Tenemos control sobre nuestro mundo interno, sobre nuestro estado de conciencia. Esto he podido comprobarlo a largo de nuestra práctica. No es una moto que alguien nos vende para inflarnos el ego y vender libros como rosquillas a expensas de nuestras carencias. Hasta hoy he conocido cuatro prácticas que me ayudan a controlar mi estado de conciencia. Estas son el yoga, la meditación, la oración y la alimentación consciente. No fallan. Cómo dice nuestro profesor de yoga, Joaquín García Weil, el yoga se confirma así mismo en la práctica, puedes estar cansado, enojado o hastiado, te haces diez o doce salutaciones al sol y la    película cambia radicalmente. No sé si lo dijo así exactamente, pero lo dijo. Te mueves y respiras, conectas la respiración con el movimiento y... ya. Así de sencillo. El ardor, tapas en término sánscrito, lo pones tú, la constancia, la disciplina, la perseverancia; ahí es donde puedes manifestar tu poder. ¿Quieres hacerte cargo de tu vida? ¿Quieres tomar el mando? ¿Por qué no descansas lo suficiente? ¿Por qué no haces algún tipo de ejercicio saludable? ¿Por qué sigues fumando o ingiriendo eso que sabes que te sienta como un tiro? Puedes decir, lo hago de forma inconsciente, no tengo ningún control sobre mis actos, pierdo los estribos y me pongo a despotricar, le pasa a todo el mundo, además no tengo tiempo. Bueno, pide ayuda, asesoramiento, y ponte en contacto con un buen profesor o profesora de yoga, asiste a Talleres de Cocina(PINCHA AQUÍ), apúntate a un Grupo de Senderismo Sanote(PINCHA AQUÍ), pruebas distintas terapias y enfoques hasta que te sientas cómoda y acompañada.



En nuestra experiencia, cuando asumes la responsabilidad de tu propia salud, y de tu estado de conciencia, asumes el control sobre aquello que puedes controlar, honras tu cuerpo y la vida en él, honras la vida fuera de tu cuerpo en todas sus formas, cuidas tu entorno y a la gente que amas, y amas a la gente. Derrocha amor a la naturaleza y a la vida, en tí y en el planeta, come sano, descansa y mueve ese cuerpo serrano de forma consciente y armoniosa y permite que la Inteligencia que gobierna el Universo haga su trabajo y te ponga justo delante de las narices aquello que debes mirar, cuidar y atender.

Desde Rama-Raíz compartimos estas cuatro prácticas, Yoga, Meditación, Oración y Alimentación Consciente, en clases grupales y talleres y en sesiones terapéuticas individuales. Algunas de nuestras actividades son gratuitas y el resto a precios muy asequibles. Si quieres saber más pincha en los siguientes enlaces:


YOGA Y MEDITACIÓN:


ORACIÓN:


ALIMENTACIÓN CONSCIENTE:



Om Paz.







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