sábado, septiembre 03, 2005

Inia-Terapia

Delhi, 31-8-05

Qué calma, pese a todo, caminar entre personas y vacas. Pero ni las vacas son tan sagradas ni las personas tan profanas.
La India no es así un sitio donde calmar los frágiles nervios de Occidente, pero sí, tal vez, simplemente templarlos.
Después de sudar la gota gorda del monzón o la seca, papar moscas si abres la boca o la llevas abierta de asombro, pelearte con touts y conductores de autorickshaw, llega el momento de la inflexión hacia la calma. Me ocurrió a poco de llegar por vez primera a la India, directo a un retiro de meditación en los Himalayas, después de lo cual salí de las ascuas o el desasosiego respecto a la pérdida del dinero o el pasaporte. Y no es asunto baladí. Me contaba Jorge Pardo que andando por las calles de Delhi alguien le tocó en la espalda, sólo para avisarle de que se le acababa de caer la cartera con todo. Un todo que significa dinero, tarjetas de crédito y pasaporte. Contaba Lanza del Vasto en la crónica de su viaje a la India en tiempos de Gandi, que iba con un bramán medio chiflado que le llevaba ese todo de documentos y dinero. El bramán jugaba con ellos lanzando el paquete por lo alto para luego recogerlo. El italiano le advirtió que no jugara con ellos pues de ellos dependía su vida. El indio lo lanzaba aún más alto riendo ante tamaña majadería, hasta que se le cayeron en un pozo perdiéndolos definitivamente. Y Lanza del Vasto sobrevivió al evento.
Pues sí, llega el momento en que uno se relaja y se espatarra en el jeep o el autobús descuidado de sus cosas. Pero confío en no confiarme demasiado al respecto. Dichosos papelitos. Sobreviviríamos sin duda a su pérdida, pero vaya lata, ir a la embajada y todo eso.
O también sucede que te maravillas cuando ves a los pobres sonriendo o riendo en mitad de su carencia.
La especie humana ha evolucionado en el norte de la India. Ahora se trata mayormente de un especimen pequeño, delgado y flexible. Necesita poco para sobrevivir, por supuesto no necesita tarta con nata ni batido de fresa. Te puede suceder a ti mismo o a cualquiera. He visto llegar a suizos o canadienses, rubios y orondos que al cabo del tiempo hablan hindi, son magros y morenos y hasta pueden hacer de colie-porter o conducir rickshaw.
En fin me preguntarán si es este gran caos (que funciona, como decía Galbraith) el lugar donde nació el Yoga. Hace 6000 años, pero precisamente aquí, tierra de contrastes.

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