martes, diciembre 04, 2012

El poder del aquí y ahora y la visión del futuro. Carlos Velasco, psicólogo. 2006

 

La espada como símbolo del presente, pasado y futuro
Para expresar el presente, el pasado y el futuro, emplearé el símbolo de la espada como metáfora del tiempo, ésta nos facilitará la comprensión del misterio de la vivencia del presente y de cómo el pasado puede condicionar nuestro presente y futuro.

El filo de la espada simboliza el presente, uno de los lados, el pasado y el otro lado, el futuro. Los tres tiempos cronológicos están contenidos en la espada. Tanto el pasado como el futuro están bien determinados en la hoja de la espada, pero, ¿dónde acaba el lado del sable para dar comienzo al filo sin que se llegue al otro lado? ¿Dónde está el límite del pasado y donde comienza el futuro? En realidad, ni el pasado ni el futuro están sucediendo en el presente, porque no son el presente, lo único real es el instante del ahora; como lo único que corta de la espada es el filo. El pasado lo fue y el futuro aún no está aconteciendo; por tanto, el pasado y el futuro no están existiendo.

Nuestra vida es un interespacio entre el primero y el último hálito; una vida que se va formando de continuos presentes, haciéndose en cada instante. Se dice que el sufi es el hijo del instante. La vida es el instante, pues aunque recordemos el pasado o planeemos el futuro, esa acción de recordar y de planificar no se está haciendo en el momento actual. Es en el presente donde tenemos la posibilidad de cambiar nuestra existencia, nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestros hábitos; en definitiva, de vivir. Si soy consciente de mi respiración, sintiendo el aire cuando entra y cuando sale, y de lo que acontece en cada instante, entonces seré más consciente del Aquí y el Ahora, permitiéndome retornar a mí mismo, a mi mismidad; tan sólo necesito fuerza de voluntad para hacerlo.

La espada es símbolo de libertad, de justicia y de valentía, entre otros significados. Empuñar la espada precisa coraje (“corazón” viene del latín cor ‘corazón, núcleo, centro’; “coraje” es atreverse a actuar con valentía desde el corazón). Necesitamos coraje para vivir el presente y limpiar el pasado, necesitamos coraje para enfrentarnos –desde lo que realmente somos– al futuro; a un futuro recolector de una cosecha fructífera. También debemos preparar el terreno para el último destino después de la muerte, ya que hay que vivir como si fuésemos a morir hoy mismo y aprender a morir como si fuésemos a vivir eternamente. Somos seres de paso, sí, pero de paso para vivir el Aquí y el Ahora, disfrutando de la vida, mirando a un futuro prometedor. ¿Cómo quiero vivir?

Se puede conocer el pasado y liberarse del sufrimiento conociendo las intenciones o actitudes más profundas que pulsan dentro de cada uno; para ello tendremos que bucear en el Inconsciente. Somos el resultado de la calidad de nuestras intenciones, cosechando según la calidad de la siembra. La intención sincera es semilla que fructifica
Soy responsable de lo que he hecho o no he querido hacer en mi vida. De todas las vivencias que he tenido, todas ellas dejaron grabaciones en mi memoria y en mi cuerpo, condicionando el presente el modo en que me relaciono conmigo mismo y con el mundo. Estas pautas de comportamiento, con sus aciertos y errores, son rutas habituales que condicionan mi modo de ser en el mundo. Son los comportamientos automáticos, condicionamientos, huellas que he grabado en mi memoria y que voy repitiendo a cada paso.
Mi pasado personal está actuando en el Aquí y Ahora al repetir los programas del ayer. Pero el objetivo es vivir el instante para no ser afectado por la programación de los conflictos de un pasado.

Vivir el momento, el eterno presente; es retornar a uno mismo, a la esencia
Vivir el presente es estar en una dimensión fuera del pasado y del futuro, vivir el instante es puro conocimiento y sabiduría.
Nuestra forma de estar en el mundo es vivir el Aquí y Ahora, porque es donde llueven las señales desde el cielo, es lo único que podemos hacer en esta vida, vivir el presente decodificando las señales que descienden. Todas las señales descienden acorde a las circunstancias, todas ellas dependen de un plan perfecto. Nuestra misión es decodificar las señales, pues son indicaciones para el hacer, según las circunstancias del momento.
Leer las señales es leer la verdad que está pasando en estos momentos; cuando pierdo la capacidad de leer las señales, aparece el egoísmo y me encierro en el habitáculo de mi ego.
El órgano que interpreta las señales que descienden del cielo a la tierra es el corazón, el cual actúa como un decodificador de señales, algo similar al circuito decodificador de un televisor que traduce las señales que le llegan del aire en señales visuales en la pantalla. Este circuito decodificador del televisor tiene esa propiedad de leer las señales y de interpretarlas. El corazón del ser humano tiene la facultad para interpretar las señales que le llegan del cielo, no es la mente mecánica con sus programas la que decodifica estas señales.
Viviendo el instante, es cuando adquirimos conocimiento; no lo adquirimos viviendo el pasado, porque el pasado ya sucedió, ni tampoco adquirimos conocimiento en el futuro, porque el futuro aún no se ha dado.
Si te preguntas, ¿qué hago en este momento? Nada en especial, simplemente hacer lo que ha sido decretado para ti en ese mismo momento. Aceptar lo que viene en cada momento es aceptar el destino; aceptación es amor. Si aceptamos, las cosas se facilitan y nuestras capacidades se despiertan. Nuestra actitud en el momento es un estado de alerta, sin juzgar, simplemente observando desde la consciencia. Viviendo el momento, la armonía se manifiesta y se dispersa el sufrimiento.

La visión del futuro
Soy un ejecutor de acontecimientos que suceden en el presente, ejecuto eslabones, engramas de un plan futuro. Me adentro en el futuro interpretando los signos que aparecen en mi vida cotidiana, especialmente los imprevistos, es decir, todo aquello que no entra en mis expectativas. En la planificación del futuro tengo que descubrir cuáles son mis potencialidades y mis límites reales. Tengo que considerar cuáles son mis prioridades y ver el condicionamiento que hay en mi Inconsciente.
Se te ha dado la felicidad en lo más profundo de tu corazón. Si no eres feliz, bucea en el Mar de los Sargazos de tu interior, sin temor a los monstruos marinos que habitan en las profundidades de esa oscuridad. Despójate de tus formas artificiales de pensar y de sentir y rescata la forma original que mora en ti.

7 claves para meditar
¿Qué relación tengo con el tiempo? ¿Me alío con él?
¿Saboreo los sucesivos instantes de mi vida?
¿Hago caso de las señales que descienden del cielo?
¿Temo pararme y contemplar lo que se da en cada instante?
¿Tengo miedo a la muerte y al después de la muerte?
¿Qué quiero hacer en lo que me queda de vida?

 El pasado Es propicio hacer un viaje reflexivo por nuestro pasado y reconocer las sombras y las luces que hay en él, los conflictos psicoemocionales que han quedado grabados en nuestra memoria y en nuestro cuerpo creando enfermedades psicosomáticas; también hay cosas luminosas en nuestro pasado. Al darnos cuenta de todo esto, podremos aceptarlo y asumirlo, para dar los cambios oportunos y quedarnos ligeros de equipaje de todo aquello que nos esclaviza impidiéndonos vivir.

El presente La acción es lo que puede salvar al ser humano.
Es en el presente donde se ponen en acción las cualidades positivas.
La vivencia del presente nos capacita para modificar nuestro pasado y fomentar el   proyecto de un futuro mejor.
Darse cuenta de que la propia consciencia es el observatorio que escudriña lo que acontece en las constelaciones de nuestros sentidos.
Hay que poner en acción todo aquello que permite cultivar lo mejor de uno mismo.
Poner en acción el pensamiento y las ideas y no quedarse sólo en lo mental.
Hacer de la vida un constante presente
Aprender el arte de saborear la vida en todo momento

El futuro Si nos vernos libres de nuestros dragones internos y externos y si logramos la capacidad de manejarlos y no ser manejados por ellos, alcanzamos la liberación de esas cadenas que nos aprisionan y nos cortan las alas en el vivir el presente y volar al futuro.

Viaje del héroe/heroína en busca de su joya-diamante.
En el taller que vamos a realizar, siempre tenemos presente la búsqueda y el encuentro de los tesoros que moran en uno mismo. Buscamos las cualidades positivas, lo mejor que hay en cada persona, ese es nuestro objetivo. El ser humano es bueno por naturaleza, está creado de luces y de sombras, de naturaleza humana y de chispa divina. Nunca debemos olvidarnos que dentro de nosotros mora una piedra preciosa: la esencia o espíritu. El taller se asemeja a la metáfora de Alí Babá cuando entra en la cueva para “robar” los tesoros a los “ladrones”. Primero tiene que nombrar la clave para que la piedra que cubre la entrada a la cueva se descorra (ábrete sésamo); nosotros tenemos que nombrar nuestros propios códigos para que se abra nuestro Inconsciente, nuestras realidades. Luego se adentra Alí por la oscuridad de la cueva; nosotros entramos en lo oscuro de las sombras del Inconsciente donde pueden aparecer dragones. Al final de la cueva resplandecen los tesoros ante Alí; nosotros encontramos los tesoros de nuestras cualidades positivas: un carácter diamantino limado, pulido y reluciente: es la manifestación de la esencia que mora en nuestros corazones. Como dice el Tao: “El sabio es un viejo andrajoso, pero en su corazón brilla una piedra de jade”.

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