sábado, enero 25, 2014

El ciclista filosófico (the riding meditator).

Alejandro y Patrik, de la  Clínica de la Bicicleta
poniendo a punto mi baqueteada bici


Dice Patrik, de la Clínica de la Bicicleta que viendo una bici se conocen algunos aspectos de la vida de su jinete. Debe ser así con la mía: Silla y cascos infantles, la raspaduras del amarre del perro, redecilla y canasto para el súper, luces para ir a todas horas...

Uso la bicicleta no como deporte sino como medio de transporte, como cada vez más ciudadanos. Hace un par de días hice cuentas y el sillín de mi bicicleta se está convirtiendo en mi nuevo zafu o cojín de meditación. Procuro recoger el mentón y elevar la coronilla, mientras el viento sopla y luce el sol. "Meditación es todo", cierto, debe serlo. No hay más remedio. Si algún día alcanzo el satori (ilumination), probablemente sea sobre mi bicicleta, o alguna prestada del Ayuntamiento. Si más ciudadanos fueran como yo, Málaga sería Amsterdam. Si hubiera más personas como yo, el mundo sería un lugar mejor. Es una frase genial que dijo de sí el otro día un abuelo que iba en bicicleta y que evidentemente tenía una autoestima robusta.

Buda y el Cristo se hubieran movido en bicicleta por la ciudad. Sus bikus y apóstoles también.

Bicleta, yoga, bicileta...

Meditación...

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